sábado, 11 de abril de 2020

Habla Pachacútec

* Información que recibí por Whats App, de fuente confiable, en mi opinión.
No he comprobado la fuente ni la veracidad.
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Mensaje de Pachacútec

¿A qué le tienes miedo? ¿A un bicho microscópico? Tú, ser imponente que hablabas de construir estaciones en el espacio y conquistar los planetas de nuestro sistema solar. Tú que alardeabas de la victoria de la ciencia y que creaste el Gran Colisionador de Hadrones anunciando que tu ingenio estaba muy cerca de superar la velocidad de la luz. Que te ufanabas de producir en masa ciborgs inteligentes capaces de imitar el movimiento humano, nanorobots orgánicos que irían a manipular los códigos genéticos. Tú que construyes simuladores, túneles interoceánicos, bombas nucleares, fibras que reemplazan la piel de los humanos, objetos fotocopiados en 3D, misiles supersónicos. Tú que creaste una realidad virtual que podía sustituir las sensaciones y cambiar las percepciones cerebrales y enseñabas a los niños que dominabas este planeta, cuando eras en verdad su principal depredador. ¿Qué estabas esperando? Después de desperdigar por todo el mundo tu pensamiento hedonista y una cultura hegemónica basada en la banalidad y la expoliación de los recursos finitos de nuestro planeta ¿De qué te quejas? Tu especie consiguió a cambio de tú ciencia extinguir los animales, transformar el clima, acelerar los ciclos naturales, controlar la sobrepoblación, clonar las células madre, crear vida artificial. Si jugabas en los laboratorios con los genes, si inventabas epidemias y armas biológicas. Si te jactabas de haber manipulado el ADN ¿Por qué ahora te sorprendes que todo esto esté sucediendo? Tú, ser impávido que has alimentado un inmenso ego, con tu desorden y tu modelo de vida que va dejando sólo basura y has hecho insostenible el futuro del planeta. Los bosques, ríos, lagunas, cañadas, quebradas, caminos no soportamos más los millones de envases plásticos de un solo uso que tardan cientos de años en descomponerse. Los océanos, páramos, selvas, tundras no podemos seguir aglomerando los desperdicios del consumo desaforado, de productos con fecha de vencimiento que tiras por la ventana de los coches después de usar. No soportamos más tu mierda tóxica. ¿Qué te crees? Le diste la espalda a los dioses y talaste los bosques, contaminaste los ríos, arrojaste a los mares los desperdicios de vuestra sociedad nauseabunda y llevas siglos extrayendo la sangre de la tierra para mover una industria desenfrenada basada en el petróleo que contamina el aire por privilegiar la sociedad de consumo: ¿Eres ciego? La desaparición de la capa de ozono, el efecto invernadero, el deshielo de los polos, la emergencia climática, de todo esto se te advirtió desde hace ya bastante tiempo. ¿Y qué hiciste? Vivir en ciudades insostenibles y engrosar las filas del mercado basado en la competencia. Abandonaste tu espiritualidad por aceitar un sistema sustentado en la desigualdad y la lujuria. Todo de ti me da vergüenza, ser arrogante y déspota. ¿Quién te crees? Te alejaste de los dioses y por tu propia cuenta y tu maldito libre albedrio elegiste desconectarte de la naturaleza como una forma consciente de abonar el terreno que hoy estas pisando. Ahora, que os llaman a juicio, te aterras, cuando tu inconciencia eligió la muerte como opción de vida. ¿No era eso lo que tanto anhelabas? Lo que dictaba tu cultura del terror, tu literatura de zombies, tus videojuegos de asesinatos. Tu culto religioso a la muerte. ¿Por qué estáis asustados ahora? ¿No es la muerte el plato frío que llevas a diario a la mesa? ¿Lo que te alimenta a diario? La muerte es lo que compras en los supermercados y en los restaurantes de comida rápida, saturada de hormonas, saborizantes artificiales, preservativos cancerígenos. La muerte era lo que predicabas con tú sedentarismo y tu dieta diaria desbalanceada y basada en la ganadería extensiva, las granjas avícolas, el monocultivo y la semilla transgénica. ¿A qué juegas? Tu pensamiento esta tan muerto como el atún, la carne y la pechuga que llevas a tu estómago. Eso fue lo que elegiste. ¿Y tienes miedo? Ahora que las cifras de contagiados se multiplican en todo el mundo por un virus inmune a tus conocimientos, por fin la vida se te ha vuelto importante. Ahora que es imposible controlar el mal que has hecho, tú, ser inteligente, te das cuenta tarde que no eras omnipotente y eres frágil como hojarasca. Hoy ha llegado la hora. Desde hace años las noticias advirtieron de la catástrofe que estamos viviendo y fuiste muy inocente al no darte cuenta que este era el verdadero futuro promovido por tu falsa sapiencia. ¿Vivías tan cómodo que no habías visto que la madre tierra donde vives se estaba pudriendo? ¿Estabas tan metido en vuestros propios asuntos que jamás asomaste la nariz a la realidad? Tú, ser dedicado a los negocios, pudiste elegir la sabiduría y preferiste el oropel y la apariencia. En vez de alimentar tu espíritu, deleitarte con las maravillas de la creación, incorporarte a la mística divina de la naturaleza, vendiste tú alma a la monotonía moderna, te alejaste de la familia para comunicarte por aparatos fríos, por las pantallas que engalanan las oficinas de los edificios hechos de hormigón y cemento. Cambiaste por dinero la paz y la tranquilidad y deseaste por existencia el tener en vez del ser. ¿Qué creías? ¿Qué siendo millonario tus problemas estaban resueltos? ¿Qué por vestir de acuerdo a los hitos de la moda estabas blindado contra la pobreza? ¿Qué por haber obtenido un título universitario tenías el futuro en tus manos? Mírate. Ataviado con ese vestido adquirido en un lujoso local de un centro comercial. Con tus zapatos costosos. ¿Tan engañado estas? Ni siquiera te has dado cuenta que llevas puesto una prenda hecha en una asfixiante fábrica donde se contrata por menos de un dólar el día a madres cabeza de hogar. ¿No lo sabías? Pues eso no te exonera. Tu vida lujuriosa aprobó que esto sucediera y por mantener tu status avivaste el fuego de este sistema cruel donde reina la producción en masa, el máximo beneficio al menor coste, la competencia desleal, la publicidad engañosa. Mientras veías a las fábricas intoxicar el aire y degradar la vida del humano ¿Qué hiciste? Te quedaste en silencio. Tomaste el camino más fácil y diste la espalda. Preferiste alimentar tu propio yo y denigraste de los dioses. Hoy, con el desequilibrio que vive el planeta, ser impávido, tú indiferencia ha llegado a su fin. Nadie podrá escapar ni hacerse más el desentendido ante esta situación. No habrán excusas ni más pretextos. Si permaneciste callado antes las guerras, la hambruna y las pestes de los países pobres de África. Si te mantuviste al margen ante las invasiones de la civilización en nombre del progreso. Frente a los abusos a menores de edad por parte de líderes religiosos y las violaciones sexuales a mujeres. Si te desentendiste ante las leyes de los malos gobiernos y las políticas en beneficio de unos pocos a costa de muchos. Si desatendiste el llamado de angustia de las comunidades originarias que desde hace tiempo están clamando por un cambio de la forma de vida de los seres humanos. Hoy, ya no puedes escapar a la realidad. El presente es ineludible. Una epidemia SARS flota en el ambiente y amenaza la civilización humana. Los dioses están clamando por vuestra atención y tú, ser mundano, debes despertar de una buena vez del letargo. La pesadilla insostenible de la modernidad ha capitulado y todo esto se convertirá pronto en una sombra polvorosa. Esta Pachamama donde vives, donde habita tú familia, agoniza y la única opción que nos plantean estos tiempos es que reacciones. ¿Qué estás esperando? ¿A qué cese esta pandemia mundial para volver a tu licenciosa vida? Pues te equivocas. Yo, Pachacútec, hijo de Mama Runto y del Inca Wiracocha, gran y poderoso señor del Tahuantinsuyo, os prometí volver de mi casa en el sol en estos tiempos y hoy he venido para comunicarte que el mundo que conocías ha dejado de existir. Todo lo que estabas acostumbrado a oler, palpar, degustar y ver, a partir de este momento se ha convertido en un recuerdo. Es el tiempo del no tiempo. Ya no podrás seguir dilapidando las horas, distrayéndote en placeres banales y viviendo una existencia vacía y sin horizontes. Hoy agradece que por lo menos ya tienes una razón para seguir respirando: La supervivencia. No te desgastes señalando o tratando de hallar culpables. La verdad, aquí somos todos culpables. Cada uno de nosotros, humanos pensantes que nos burlamos de los dioses, tenemos nuestra parte en el problema. Nos encargamos de crear el caldo de cultivo de esta situación al irrespetar a la naturaleza. Con nuestras acciones y nuestra omisión, generamos esta crisis. Este virus, ser excéntrico de la modernidad, lo engendramos con nuestra actitud frente a la vida. Con nuestra desidia. ¿Te parece injusto lo que estamos viviendo? Pues es absolutamente normal. Hacía apenas unos meses la sociedad científica, patrocinada por la Organización de Naciones Unidas, anunció que de seguir este ritmo de explotación desenfrenada, a la vida le quedaba en este planeta treinta años de existencia. ¿Lo puedes creer? ¡Treinta años! Lo que a la naturaleza le costó miles de siglos lo habíamos enturbiado en apenas trescientos años de revolución industrial. ¿Te parece justo? Nos merecemos esta suerte cuando somos permisivos con el sacrificio diario de millones de animales inocentes en granjas que mantienen aves, cerdos y vacas en condiciones deplorables. Cuando los laboratorios siguen experimentando con ratas y simios. Cuando se aprueban leyes que legalizan la muerte y los países se basan en economías basadas en la explotación utilizando técnicas tan peligrosas como el fracking. Cuando las industrias pretenden patentar la leche materna, la biodiversidad, los códigos genéticos de las plantas. Cuando intoxicamos la tierra con pesticidas y agrotóxicos ¿Cómo fue que permitimos que 5.200 especies entre aves, peces y mamíferos actualmente se encuentren al borde de la extinción? ¿Cómo dejamos avanzar el cambio climático hasta volver letal el aire que respiramos? A causa del derretimiento de los polos, los osos polares están a punto de morir, como ya lo hicieron tantos otros animales. ¿Dejaremos que la locura humana siga permitiendo el exterminio masivo? ¿Nos acostumbraremos a ver los incendios en el Amazonas con la excusa de ampliar la frontera agrícola y ganadera? ¿Qué estamos esperando? ¿Qué desaparezcan los bosques tropicales y los ecosistemas de páramos? Todo esto tenía que suceder. Alguien tenía que detener esta insana locura. El más minúsculo microorganismo vino a poner orden a esta situación. ¿Qué nos creíamos? Poco antes de estallar esta crisis, tú, ser pragmático, apostabas a un extravagante futuro de edificios inteligentes, turismo masivo y desarrollo sostenible. Hoy lo que se viene será un regreso al origen y este es un llamado a torcer vuestro destino y comenzar de nuevo. A recoger vuestros errores y aceptar las culpas. Suena triste, pero es maravilloso. ¿Hacía cuánto no te detenías y tenías tiempo de sobra para pensar? ¿Hace cuánto no doblabas las rodillas e implorabas a los dioses? ¿A qué le tienes miedo? Nada puede ser mejor que esto que nos depara. Es el fin del sistema imperante, que acepta la desigualdad, la injusticia y la mentira. De una sociedad banal y decadente. De los principios del mercado sobre los intereses colectivos. Ya no harás más lo que se te ordena, sino lo que te dicta tu espíritu de supervivencia. Ya no tendrás que preocuparte por cumplir las reglas de la empresa, ni esperar a fin de mes el pago por tu trabajo. El dinero para darte el mórbido gusto de despilfarrar, emborracharte, ser infiel, saturarte de productos dañinos para la salud, abusar de las drogas y deteriorar el cuerpo que te entregaron, el mismo que hoy tanto temes que se infecte por un pequeño enemigo invisible, valdrá muy poco cuando no haya nada que comprar ni vender. Ya no tendrás que someterte a las disposiciones de los gobiernos ni esperar que un político resuelva tu situación, cuando eres tú, con tus propios medios, con tu energía vital, el que tiene que afrontar esta situación. ¿Qué esperas para encarar este futuro? Hoy, nuevo ser, es la hora de ser agradecido. Agradece a tus dioses por este regalo y valora cada cosa que tienes, cada migaja de pan, cada movimiento de tu cuerpo. Si eliges permanecer en tu viejo bucle de apegos, en tus errores cíclicos, en las cosas que nadie más sabe y que sólo tú conoces y sabes perfectamente que te impiden crecer, en tus ocultas cadenas que te atan a al pasado, estarás condenada a perecer. Si le das alimento a la angustia, el miedo y la zozobra, sólo eso recibirás. Es el momento del optimismo, de la alegría y el canto. Es la hora de poner a palpitar el corazón. De entender que viene ocurriendo algo magnífico porque le ha permitido a la atmósfera limpiarse y los niveles de contaminación en las ciudades decrecen de forma acelerada con indicadores positivos que no se veían en décadas. Es maravilloso ver como los mares y los ríos alojan de nuevo la vida y los pájaros pueden transitar por los cielos y la fauna silvestre ante el silencio regresa a su hábitat colonizado por el ruido de la civilización. Es increíble sentir que sin aviones surcando el cielo, el aire es mucho más liviano y sin autos en las vías, el tiempo corre más despacio, que los atardeceres resultan espectáculos gratuitos que estábamos perdiéndonos por el afán de nuestra soledad. Hoy el reto es cambiar nuestra mentalidad. Abrir nuestra conciencia. Es volver a las tareas sencillas. A los códigos morales. Es recuperar tu palabra, tu puntualidad, tu don de vida. Ahora, refugiados en vuestras casas, es hora de conocer a vuestras familias. Si fuiste tan cruel de creer que abuelos y abuelas eran un estorbo y tenías los ingresos para alojarlos en suntuosos hogares geriátricos, ved y corre por ellos. Diles que los amas y que los vas a proteger, no con dinero, medicamentos y enfermeros privados, sino con la coraza del cariño. Es el momento de poner en práctica la sabiduría de su pasado, pues ellos vivieron días aciagos también y consiguieron sobrevivir. Aprende de las plantas, los medicamentos caseros, las herramientas que desaparecieron por la proliferación de la energía eléctrica, las costumbres que fueron cercenadas por el modelo capitalista. Atiende sus consejos y pon en práctica su sabiduría. Es el momento de agradecer a vuestros padres y de volver a hablar con los hijos que entregamos a los colegios para evitarnos la fatiga de su educación. Hoy tenemos que preparar a esos niños y jóvenes para los nuevos tiempos. Es hora de vivir en familia y superar las peleas del pasado, los conflictos herrumbrosos que nos mantenían divididos siendo una misma sangre. Son los días de la unión, el reencuentro y el perdón. ¿Os parece complejo? Tú, ser de la nueva humanidad, tienes el antídoto en vuestro comportamiento. Mantén la armonía y evita los conflictos. Respira profundo y aléjate del miedo, la disensión y la negatividad. No es hora de chistes. No propages la angustia y agradece cada segundo de vida en este plano dimensional utilizándolo con el propósito de construir la realidad que te mereces. La vida digna. La tranquilidad de hacer lo correcto. Apaga el computador y la televisión. Desconéctate del celular. Comunícate telepáticamente. ¿Qué os detiene? ¿Te preocupan las noticias? Deja de escucharlas, tú eres tu propia realidad. ¿Te preocupa la hambruna que predican los astrólogos? Pues os llegó la hora de relacionarse con el alimento. Atrás quedaron los días de comer a la carta. Hoy el llamado es a comer sano y ser fuertes. Ayuna y valora lo que llevas a tu boca. Come lo necesario. Es el día de volver a vivir de acuerdo al ciclo natural del planeta y regirse en base a las fases de la luna. El alimento será tu medicina. Come todo lo que puedas sembrar y aprende a valorar la tecnología ancestral de la semilla. Es el momento de plantular, germinar y fermentar en casa. De ahorrar el agua y entender lo útil que resultan tus orines y humanaza. Es tiempo de proveerse del agua lluvia. Nada se puede desperdiciar. Aprovecha los residuos orgánicos y tendrás el abono para la fertilidad de tu siembra. Utiliza botellas, zapatos viejos, materas, frascos y recipientes para crear tu huerta casera. Siembra en los techos y en las paredes. Multiplica este conocimiento en jardines, parques y lotes vacíos. Siembra entre los vecinos en las áreas comunes. Siembra hortalizas, legumbres, vegetales, plantas medicinales. Siembra árboles y frutas para los pájaros y animales. Siembra y enseña a sembrar. Siembra la nueva humanidad. Los dioses estarán contentos y te proveerán de lo que necesitas. Aprenderás a saborear la comida fruto de tu esfuerzo y te sentirás útil. Serás un hombre sano, con la suficiente energía para vivir, con las defensas para combatir cualquier peste. Vuélvete autónomo. Es el tiempo del trueque y la mano cambiada. De la solidaridad y el cooperativismo. Dejarás de juzgar a los demás y entenderás por fin tus dones interiores. Ama con el corazón y no con la razón. Abandona los arquetipos. Únete a redes solidarias y no te apegues a los recuerdos del pasado, a las comodidades que algún día viviste. A los egos y las posturas radicales. Lee los libros que nunca te atreviste a mirar por tus ocupaciones. Atesora las enciclopedias. Los manuales. Los libros de cocina y los poemarios. Los tratados de historia donde están narrados los errores que jamás como humanidad podremos volver a cometer. Debes estar preparado para el colapso energético. Debes estar listo para vivir sin luz eléctrica, sin internet, sin nevera ni horno microondas. Pronto te darás cuenta que nada de eso necesitabas. Debes entender que todos los artificios de la modernidad no eran más que eso, artificios innecesarios que te robaban el tiempo y tú energía. Produce tu energía pedaleando una bicicleta. Inventa los aparatos que necesitas. ¿Cuántos siglos sobrevivimos como especie sin necesidad de computadoras? ¿Hace cuántas generaciones nos separamos de la tierra y dejamos de sembrar? Aún es tiempo de recoger lo que tienes adentro. Recuerda que tus ancestros domesticaron el maíz. Recuerda que vienes de generaciones de mal llamados indígenas y campesinos y que en tus raíces perviven su legado inmortal. Recuerda que somos hijos de la tierra y que todas y todos somos seres cósmicos. Recuerda que estas vivo, así que regresa a la tierra. Al trabajo de tus manos. Ensúciate las uñas. Hoy es el cambio. Despierta el amor por la naturaleza. Es la hora de entender que todos estamos en las mismas circunstancias y valora las carencias de nuestros semejantes. Es el momento de ayudar a otros seres humanos en condiciones desfavorables, compartiendo el conocimiento que has aprendido, promoviendo las enseñanzas de estos tiempos. Los unos necesitamos de los otros. ¿A eso no vinimos a este mundo? Es el momento de ayudarnos entre todas y todos. Aprende a escuchar y a recibir de forma recíproca. Nadie es perfecto. Todos contamos con alguna herramienta para compartir. Este, nuevo ser de luz, es tiempo de aprendizaje perpetuo y cada persona tiene mucho por dar y recibir. No hay escapatoria. O volvemos a ser humanos o nos extinguimos. Ya hemos visto como a lo largo de la historia en situaciones similares hemos sacado lo peor de nosotros como especie. Ya nos ha contado el cine como ante las crisis aparecen los espíritus envidiosos. Ya los libros nos han hecho entender que existen las guerras, despojos y violencia y que el más poderoso se aprovecha del débil. Cambiemos la historia juntos. Adáptate con humildad a esta situación y regocíjate con los misterios de la existencia. De lo contrario, la enfermedad del ego resultará más amenazante que la propia peste. ¿No lo ha mostrado ya la ciencia ficción? Las soluciones de estos tiempos radican en someterse y contagiarse de una conciencia cósmica. Ya no habrá países, fronteras, religiones, divisiones. En el amor y el respeto mutuo cabremos todos y juntos obtendremos lo esencial de la vida: La plenitud del espíritu nos salvará de perecer. ¿Pensabas que eras más importante que los alces, los mejillones, las focas y el dodo? Tú, ser divino, estas siendo víctima del invento que creaste. La máquina de destrucción que pusiste a funcionar hoy está a punto de destruirte. Te lo advertí. Escuchas mis palabras. Sigue mis consejos y vivirá eternamente tu simiente en el Abya Yala. ¿A qué le tienes miedo?

Pacho Restrepo

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