martes, 15 de diciembre de 2020

22-2-22, 2:22

22 de septiembre de 2022

El 22 de febrero del año 2022 a las 2:22, rompió fuente. Hoy tiene siete meses brotando. El problema fue haberla menospreciado desde cierta masculinidad, desde cierta colonización blanca. Se le violentó, no se le escuchó.

Fue preciso cambiar el miedo por la confianza, la falta de luz por la luz, la muerte por la vida. No lo sabían, pero la querían matar y lo lograron. Luego se volvió a concebir y se comprobó que brotaba y corría.

Va a durar muchos años y cualquier violencia que haya habido en su nacimiento deberá ser enmendada una y otra vez, una y otra vez. El robo aséptico de la fuente no puede ser reparado, solo puede ser comprendido, reivindicado, conversado, aceptado y perdonado. Eso tiene que pasar. Lo harán juntas porque la muerte y la violencia encuentran su mejor terreno en el aislamiento de las paridoras de agua.

La esperanza, más que una emoción o una mística, será el acto de aguardar a que pase lo que va a pasar, lo que tiene que ocurrir. Rendirse es irrelevante porque lo que va a acaecer es insoslayable.