jueves, 30 de abril de 2020

1122 claudias o un Iván

Prefiero 1.122 claudias conectándose con la ciudadanía e infringiendo la cuarentena con sus esposas un par de veces, que a un Iván diciendo frases tiernas y motivadoras y llamando "abuelitos" a los viejos.

Prefiero 1.122 claudias que tienen como referente a Antanas Mockus, que a un Iván que opta por Alvaro Uribe.

Prefiero a 280 angélicas infringiendo la cuarentena, que a un Carlos Felipe Mejía gritando sandeces o a una María Fernanda Cabal con "influencia" (sic).

Preferiría que Claudia y Angélica no hubieran cometido ese error tan pendejo. Es decisión de ellas tomarlo como un simple error y ya o interpretarlo como un mensaje poderoso, de tal forma que esa metida de pata les enseñe algo que puede tener que ver con bajarle al moralismo, a la soberbia y a la rabia...

lunes, 27 de abril de 2020

El Coronavirus es político

Ahora andan diciendo muchos políticos que este, el de Pandemia, no es un momento de discusiones y de pulsos políticos. Y en muchas ocasiones anteriores, los mismos políticos decían que no se debe politizar esto y lo otro. Cuando dicen que no se debe politizar un asunto o un tema, parecen diciendo que no se debe contagiar de alguna venérea o algo por el estilo. A ellos mismos les da vergüenza y asco su labor y tienen razón porque la concepción que impera de la política en nuestro imaginario es deleznable.

Vale decir que esa concepción pesimista, ventajosa y desconfiada de la política, no es solo culpa de los políticos, es responsabilidad también de los gobernados, del Pueblo, que les permitimos ser como son y actuar como actúan. Nosotros tendríamos toda la posibilidad de llamarlos al orden y a la decencia y no lo hacemos.

La respuesta de los gobiernos y de los políticos al Coronavirus es eminentemente política. Cuando Claudia López discute con Iván Duque sobre este asunto, están sosteniendo una discusión política. Que los dioses nos libren de que esas sean discusiones solo técnicas, solo tecnocráticas, solo basadas en datos y evidencia que parecen una nueva religión. Claudia parte desde una posición más humanista y Duque desde una que propugna más por la eficiencia. Esa es la discusión y la están dando tras bambalinas y de frente a la opinión pública. Ojalá siga la discusión política sobre la forma de enfrentar el Coronavirus.

Hace poco leí una opinión de Andrés Mejía Vergnaud, que me parece relevante:

Yo veo la tensión Claudia López - Iván Duque como una tensión productiva. No todas las relaciones productivas tienen que ser cordiales ni de consenso. Por el contrario, en la tensión del desacuerdo se generan soluciones y se evita la trampa del error individual. ¿Es una rivalidad? Seguramente. Muchas cosas buenas salen de las tensiones entre rivales. Solo se requiere que tengan un horizonte común (ni siquiera tienen que coincidir en todos los objetivos concretos). ¿Puede dañarse? Claro. Cuando se vuelva más importante tener la razón (y exhibir eso públicamente) que resolver los problemas. Todo se vuelve recriminación, y la prioridad es mostrar que uno le ganó al otro. Esperemos que no suceda.”
    
También me acordé de esta frase mientras escribía:

“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa
de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio
del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los
remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan
burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor
abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto,
mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”

Bertolt Brecht

¡Bienvenidas las discusiones políticas sobre el Coronavirus y sobe todo lo que tenga que ver con la suerte de los pueblos!

jueves, 23 de abril de 2020

Filósofo

"Si las teorías filosóficas te seducen, siéntate y dales vueltas en ti mismo. Pero jamás te llames filósofo y no toleres que otro te dé ese nombre." Epicteto

Este blog es para darle vueltas...

sábado, 11 de abril de 2020

Aplaudir a los médicos en la Pandemia, ¿necesitamos héroes?

Todas las noches a las ocho salimos al balcón, con mi esposa e hijo, a aplaudir. Claro, a aplaudir a los médicos y a los equipos de servidores de la salud que le están haciendo frente a toda esta situación. En mi caso salgo a aplaudir también a todo, a mí mismo, a mi familia nuclear y a la extendida, a todos los vecinos, a toda la gente y hasta a los gobernantes. Aplaudo a las personas que se han encargado de que yo pueda ir a comprar comida al supermercado, aplaudo a los mensajeros y a la empresa que nos trajo unos cartuchos de tinta para la impresora. Aplaudo a Geraldine, Sandra, Juan José y Dora, quienes sirven en el edificio en el que vivo.

Sin embargo, no son héroes, no somos héroes.

Antes de la pandemia y ahora también, me molesta que a los policías y soldados de Colombia les llamen héroes. Lo percibo impostado para despertar cierto nacionalismo y un patriotismo que refuerza la idea de los buenos y los malos. Me parece que es como un “salario emocional” para los soldados y policías que no están bien remunerados económicamente. Es como un contentillo elaborado por los publicistas al servicio del Ministerio de Defensa. Es aludir a la necesidad de que los del vulgo tengamos héroes y los alabemos como lo hacemos también con los dioses a través de las religiones.

Los médicos y los demás servidores de la salud escogieron esa profesión, ese oficio en el que es preciso ponerse en peligro de vez en cuando; yo se los agradezco infinitamente pero no como héroes sino como también siento gratitud inefable por todas las personas que ayudan a que la comida llegue a los platos de mi familia. Cuando hablo de este agradecimiento no pienso en héroes, solo traigo a mi mente imágenes de agricultores, ganaderos, pescadores y trabajadores avícolas que cumplen con su trabajo. También pienso en los transportadores, en los que se encargan del bodegaje y la logística, incluso pienso en los ejecutivos y profesionales que, desde escritorios, facilitan nuestro abastecimiento. A todos ellos y a tantos más, gracias. Vale decir que esta situación ha hecho que los tenga más en cuenta por lo críticos que se vuelven, pero eso no quiere decir que se me vuelvan héroes.

La necesidad de crear héroes fortalece el imaginario en el que es necesario que unos sean mejores que otros, más valientes, más inteligentes, más lindos, más esto y más lo otro. Todos somos iguales ante la ley y todos en algún momento podemos resultar críticos. Esto no nos hace héroes potenciales, solo nos hace parte de un todo en el que hay diversas funciones y diversas responsabilidades.

Hace poco salió este razonamiento en El Espectador, que me gustó mucho porque habla de los héroes desde épocas lejanas. Yo por ahora saldré esta noche a las ocho, al balcón, a aplaudir nuevamente.

Habla Pachacútec

* Información que recibí por Whats App, de fuente confiable, en mi opinión.
No he comprobado la fuente ni la veracidad.
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Mensaje de Pachacútec

¿A qué le tienes miedo? ¿A un bicho microscópico? Tú, ser imponente que hablabas de construir estaciones en el espacio y conquistar los planetas de nuestro sistema solar. Tú que alardeabas de la victoria de la ciencia y que creaste el Gran Colisionador de Hadrones anunciando que tu ingenio estaba muy cerca de superar la velocidad de la luz. Que te ufanabas de producir en masa ciborgs inteligentes capaces de imitar el movimiento humano, nanorobots orgánicos que irían a manipular los códigos genéticos. Tú que construyes simuladores, túneles interoceánicos, bombas nucleares, fibras que reemplazan la piel de los humanos, objetos fotocopiados en 3D, misiles supersónicos. Tú que creaste una realidad virtual que podía sustituir las sensaciones y cambiar las percepciones cerebrales y enseñabas a los niños que dominabas este planeta, cuando eras en verdad su principal depredador. ¿Qué estabas esperando? Después de desperdigar por todo el mundo tu pensamiento hedonista y una cultura hegemónica basada en la banalidad y la expoliación de los recursos finitos de nuestro planeta ¿De qué te quejas? Tu especie consiguió a cambio de tú ciencia extinguir los animales, transformar el clima, acelerar los ciclos naturales, controlar la sobrepoblación, clonar las células madre, crear vida artificial. Si jugabas en los laboratorios con los genes, si inventabas epidemias y armas biológicas. Si te jactabas de haber manipulado el ADN ¿Por qué ahora te sorprendes que todo esto esté sucediendo? Tú, ser impávido que has alimentado un inmenso ego, con tu desorden y tu modelo de vida que va dejando sólo basura y has hecho insostenible el futuro del planeta. Los bosques, ríos, lagunas, cañadas, quebradas, caminos no soportamos más los millones de envases plásticos de un solo uso que tardan cientos de años en descomponerse. Los océanos, páramos, selvas, tundras no podemos seguir aglomerando los desperdicios del consumo desaforado, de productos con fecha de vencimiento que tiras por la ventana de los coches después de usar. No soportamos más tu mierda tóxica. ¿Qué te crees? Le diste la espalda a los dioses y talaste los bosques, contaminaste los ríos, arrojaste a los mares los desperdicios de vuestra sociedad nauseabunda y llevas siglos extrayendo la sangre de la tierra para mover una industria desenfrenada basada en el petróleo que contamina el aire por privilegiar la sociedad de consumo: ¿Eres ciego? La desaparición de la capa de ozono, el efecto invernadero, el deshielo de los polos, la emergencia climática, de todo esto se te advirtió desde hace ya bastante tiempo. ¿Y qué hiciste? Vivir en ciudades insostenibles y engrosar las filas del mercado basado en la competencia. Abandonaste tu espiritualidad por aceitar un sistema sustentado en la desigualdad y la lujuria. Todo de ti me da vergüenza, ser arrogante y déspota. ¿Quién te crees? Te alejaste de los dioses y por tu propia cuenta y tu maldito libre albedrio elegiste desconectarte de la naturaleza como una forma consciente de abonar el terreno que hoy estas pisando. Ahora, que os llaman a juicio, te aterras, cuando tu inconciencia eligió la muerte como opción de vida. ¿No era eso lo que tanto anhelabas? Lo que dictaba tu cultura del terror, tu literatura de zombies, tus videojuegos de asesinatos. Tu culto religioso a la muerte. ¿Por qué estáis asustados ahora? ¿No es la muerte el plato frío que llevas a diario a la mesa? ¿Lo que te alimenta a diario? La muerte es lo que compras en los supermercados y en los restaurantes de comida rápida, saturada de hormonas, saborizantes artificiales, preservativos cancerígenos. La muerte era lo que predicabas con tú sedentarismo y tu dieta diaria desbalanceada y basada en la ganadería extensiva, las granjas avícolas, el monocultivo y la semilla transgénica. ¿A qué juegas? Tu pensamiento esta tan muerto como el atún, la carne y la pechuga que llevas a tu estómago. Eso fue lo que elegiste. ¿Y tienes miedo? Ahora que las cifras de contagiados se multiplican en todo el mundo por un virus inmune a tus conocimientos, por fin la vida se te ha vuelto importante. Ahora que es imposible controlar el mal que has hecho, tú, ser inteligente, te das cuenta tarde que no eras omnipotente y eres frágil como hojarasca. Hoy ha llegado la hora. Desde hace años las noticias advirtieron de la catástrofe que estamos viviendo y fuiste muy inocente al no darte cuenta que este era el verdadero futuro promovido por tu falsa sapiencia. ¿Vivías tan cómodo que no habías visto que la madre tierra donde vives se estaba pudriendo? ¿Estabas tan metido en vuestros propios asuntos que jamás asomaste la nariz a la realidad? Tú, ser dedicado a los negocios, pudiste elegir la sabiduría y preferiste el oropel y la apariencia. En vez de alimentar tu espíritu, deleitarte con las maravillas de la creación, incorporarte a la mística divina de la naturaleza, vendiste tú alma a la monotonía moderna, te alejaste de la familia para comunicarte por aparatos fríos, por las pantallas que engalanan las oficinas de los edificios hechos de hormigón y cemento. Cambiaste por dinero la paz y la tranquilidad y deseaste por existencia el tener en vez del ser. ¿Qué creías? ¿Qué siendo millonario tus problemas estaban resueltos? ¿Qué por vestir de acuerdo a los hitos de la moda estabas blindado contra la pobreza? ¿Qué por haber obtenido un título universitario tenías el futuro en tus manos? Mírate. Ataviado con ese vestido adquirido en un lujoso local de un centro comercial. Con tus zapatos costosos. ¿Tan engañado estas? Ni siquiera te has dado cuenta que llevas puesto una prenda hecha en una asfixiante fábrica donde se contrata por menos de un dólar el día a madres cabeza de hogar. ¿No lo sabías? Pues eso no te exonera. Tu vida lujuriosa aprobó que esto sucediera y por mantener tu status avivaste el fuego de este sistema cruel donde reina la producción en masa, el máximo beneficio al menor coste, la competencia desleal, la publicidad engañosa. Mientras veías a las fábricas intoxicar el aire y degradar la vida del humano ¿Qué hiciste? Te quedaste en silencio. Tomaste el camino más fácil y diste la espalda. Preferiste alimentar tu propio yo y denigraste de los dioses. Hoy, con el desequilibrio que vive el planeta, ser impávido, tú indiferencia ha llegado a su fin. Nadie podrá escapar ni hacerse más el desentendido ante esta situación. No habrán excusas ni más pretextos. Si permaneciste callado antes las guerras, la hambruna y las pestes de los países pobres de África. Si te mantuviste al margen ante las invasiones de la civilización en nombre del progreso. Frente a los abusos a menores de edad por parte de líderes religiosos y las violaciones sexuales a mujeres. Si te desentendiste ante las leyes de los malos gobiernos y las políticas en beneficio de unos pocos a costa de muchos. Si desatendiste el llamado de angustia de las comunidades originarias que desde hace tiempo están clamando por un cambio de la forma de vida de los seres humanos. Hoy, ya no puedes escapar a la realidad. El presente es ineludible. Una epidemia SARS flota en el ambiente y amenaza la civilización humana. Los dioses están clamando por vuestra atención y tú, ser mundano, debes despertar de una buena vez del letargo. La pesadilla insostenible de la modernidad ha capitulado y todo esto se convertirá pronto en una sombra polvorosa. Esta Pachamama donde vives, donde habita tú familia, agoniza y la única opción que nos plantean estos tiempos es que reacciones. ¿Qué estás esperando? ¿A qué cese esta pandemia mundial para volver a tu licenciosa vida? Pues te equivocas. Yo, Pachacútec, hijo de Mama Runto y del Inca Wiracocha, gran y poderoso señor del Tahuantinsuyo, os prometí volver de mi casa en el sol en estos tiempos y hoy he venido para comunicarte que el mundo que conocías ha dejado de existir. Todo lo que estabas acostumbrado a oler, palpar, degustar y ver, a partir de este momento se ha convertido en un recuerdo. Es el tiempo del no tiempo. Ya no podrás seguir dilapidando las horas, distrayéndote en placeres banales y viviendo una existencia vacía y sin horizontes. Hoy agradece que por lo menos ya tienes una razón para seguir respirando: La supervivencia. No te desgastes señalando o tratando de hallar culpables. La verdad, aquí somos todos culpables. Cada uno de nosotros, humanos pensantes que nos burlamos de los dioses, tenemos nuestra parte en el problema. Nos encargamos de crear el caldo de cultivo de esta situación al irrespetar a la naturaleza. Con nuestras acciones y nuestra omisión, generamos esta crisis. Este virus, ser excéntrico de la modernidad, lo engendramos con nuestra actitud frente a la vida. Con nuestra desidia. ¿Te parece injusto lo que estamos viviendo? Pues es absolutamente normal. Hacía apenas unos meses la sociedad científica, patrocinada por la Organización de Naciones Unidas, anunció que de seguir este ritmo de explotación desenfrenada, a la vida le quedaba en este planeta treinta años de existencia. ¿Lo puedes creer? ¡Treinta años! Lo que a la naturaleza le costó miles de siglos lo habíamos enturbiado en apenas trescientos años de revolución industrial. ¿Te parece justo? Nos merecemos esta suerte cuando somos permisivos con el sacrificio diario de millones de animales inocentes en granjas que mantienen aves, cerdos y vacas en condiciones deplorables. Cuando los laboratorios siguen experimentando con ratas y simios. Cuando se aprueban leyes que legalizan la muerte y los países se basan en economías basadas en la explotación utilizando técnicas tan peligrosas como el fracking. Cuando las industrias pretenden patentar la leche materna, la biodiversidad, los códigos genéticos de las plantas. Cuando intoxicamos la tierra con pesticidas y agrotóxicos ¿Cómo fue que permitimos que 5.200 especies entre aves, peces y mamíferos actualmente se encuentren al borde de la extinción? ¿Cómo dejamos avanzar el cambio climático hasta volver letal el aire que respiramos? A causa del derretimiento de los polos, los osos polares están a punto de morir, como ya lo hicieron tantos otros animales. ¿Dejaremos que la locura humana siga permitiendo el exterminio masivo? ¿Nos acostumbraremos a ver los incendios en el Amazonas con la excusa de ampliar la frontera agrícola y ganadera? ¿Qué estamos esperando? ¿Qué desaparezcan los bosques tropicales y los ecosistemas de páramos? Todo esto tenía que suceder. Alguien tenía que detener esta insana locura. El más minúsculo microorganismo vino a poner orden a esta situación. ¿Qué nos creíamos? Poco antes de estallar esta crisis, tú, ser pragmático, apostabas a un extravagante futuro de edificios inteligentes, turismo masivo y desarrollo sostenible. Hoy lo que se viene será un regreso al origen y este es un llamado a torcer vuestro destino y comenzar de nuevo. A recoger vuestros errores y aceptar las culpas. Suena triste, pero es maravilloso. ¿Hacía cuánto no te detenías y tenías tiempo de sobra para pensar? ¿Hace cuánto no doblabas las rodillas e implorabas a los dioses? ¿A qué le tienes miedo? Nada puede ser mejor que esto que nos depara. Es el fin del sistema imperante, que acepta la desigualdad, la injusticia y la mentira. De una sociedad banal y decadente. De los principios del mercado sobre los intereses colectivos. Ya no harás más lo que se te ordena, sino lo que te dicta tu espíritu de supervivencia. Ya no tendrás que preocuparte por cumplir las reglas de la empresa, ni esperar a fin de mes el pago por tu trabajo. El dinero para darte el mórbido gusto de despilfarrar, emborracharte, ser infiel, saturarte de productos dañinos para la salud, abusar de las drogas y deteriorar el cuerpo que te entregaron, el mismo que hoy tanto temes que se infecte por un pequeño enemigo invisible, valdrá muy poco cuando no haya nada que comprar ni vender. Ya no tendrás que someterte a las disposiciones de los gobiernos ni esperar que un político resuelva tu situación, cuando eres tú, con tus propios medios, con tu energía vital, el que tiene que afrontar esta situación. ¿Qué esperas para encarar este futuro? Hoy, nuevo ser, es la hora de ser agradecido. Agradece a tus dioses por este regalo y valora cada cosa que tienes, cada migaja de pan, cada movimiento de tu cuerpo. Si eliges permanecer en tu viejo bucle de apegos, en tus errores cíclicos, en las cosas que nadie más sabe y que sólo tú conoces y sabes perfectamente que te impiden crecer, en tus ocultas cadenas que te atan a al pasado, estarás condenada a perecer. Si le das alimento a la angustia, el miedo y la zozobra, sólo eso recibirás. Es el momento del optimismo, de la alegría y el canto. Es la hora de poner a palpitar el corazón. De entender que viene ocurriendo algo magnífico porque le ha permitido a la atmósfera limpiarse y los niveles de contaminación en las ciudades decrecen de forma acelerada con indicadores positivos que no se veían en décadas. Es maravilloso ver como los mares y los ríos alojan de nuevo la vida y los pájaros pueden transitar por los cielos y la fauna silvestre ante el silencio regresa a su hábitat colonizado por el ruido de la civilización. Es increíble sentir que sin aviones surcando el cielo, el aire es mucho más liviano y sin autos en las vías, el tiempo corre más despacio, que los atardeceres resultan espectáculos gratuitos que estábamos perdiéndonos por el afán de nuestra soledad. Hoy el reto es cambiar nuestra mentalidad. Abrir nuestra conciencia. Es volver a las tareas sencillas. A los códigos morales. Es recuperar tu palabra, tu puntualidad, tu don de vida. Ahora, refugiados en vuestras casas, es hora de conocer a vuestras familias. Si fuiste tan cruel de creer que abuelos y abuelas eran un estorbo y tenías los ingresos para alojarlos en suntuosos hogares geriátricos, ved y corre por ellos. Diles que los amas y que los vas a proteger, no con dinero, medicamentos y enfermeros privados, sino con la coraza del cariño. Es el momento de poner en práctica la sabiduría de su pasado, pues ellos vivieron días aciagos también y consiguieron sobrevivir. Aprende de las plantas, los medicamentos caseros, las herramientas que desaparecieron por la proliferación de la energía eléctrica, las costumbres que fueron cercenadas por el modelo capitalista. Atiende sus consejos y pon en práctica su sabiduría. Es el momento de agradecer a vuestros padres y de volver a hablar con los hijos que entregamos a los colegios para evitarnos la fatiga de su educación. Hoy tenemos que preparar a esos niños y jóvenes para los nuevos tiempos. Es hora de vivir en familia y superar las peleas del pasado, los conflictos herrumbrosos que nos mantenían divididos siendo una misma sangre. Son los días de la unión, el reencuentro y el perdón. ¿Os parece complejo? Tú, ser de la nueva humanidad, tienes el antídoto en vuestro comportamiento. Mantén la armonía y evita los conflictos. Respira profundo y aléjate del miedo, la disensión y la negatividad. No es hora de chistes. No propages la angustia y agradece cada segundo de vida en este plano dimensional utilizándolo con el propósito de construir la realidad que te mereces. La vida digna. La tranquilidad de hacer lo correcto. Apaga el computador y la televisión. Desconéctate del celular. Comunícate telepáticamente. ¿Qué os detiene? ¿Te preocupan las noticias? Deja de escucharlas, tú eres tu propia realidad. ¿Te preocupa la hambruna que predican los astrólogos? Pues os llegó la hora de relacionarse con el alimento. Atrás quedaron los días de comer a la carta. Hoy el llamado es a comer sano y ser fuertes. Ayuna y valora lo que llevas a tu boca. Come lo necesario. Es el día de volver a vivir de acuerdo al ciclo natural del planeta y regirse en base a las fases de la luna. El alimento será tu medicina. Come todo lo que puedas sembrar y aprende a valorar la tecnología ancestral de la semilla. Es el momento de plantular, germinar y fermentar en casa. De ahorrar el agua y entender lo útil que resultan tus orines y humanaza. Es tiempo de proveerse del agua lluvia. Nada se puede desperdiciar. Aprovecha los residuos orgánicos y tendrás el abono para la fertilidad de tu siembra. Utiliza botellas, zapatos viejos, materas, frascos y recipientes para crear tu huerta casera. Siembra en los techos y en las paredes. Multiplica este conocimiento en jardines, parques y lotes vacíos. Siembra entre los vecinos en las áreas comunes. Siembra hortalizas, legumbres, vegetales, plantas medicinales. Siembra árboles y frutas para los pájaros y animales. Siembra y enseña a sembrar. Siembra la nueva humanidad. Los dioses estarán contentos y te proveerán de lo que necesitas. Aprenderás a saborear la comida fruto de tu esfuerzo y te sentirás útil. Serás un hombre sano, con la suficiente energía para vivir, con las defensas para combatir cualquier peste. Vuélvete autónomo. Es el tiempo del trueque y la mano cambiada. De la solidaridad y el cooperativismo. Dejarás de juzgar a los demás y entenderás por fin tus dones interiores. Ama con el corazón y no con la razón. Abandona los arquetipos. Únete a redes solidarias y no te apegues a los recuerdos del pasado, a las comodidades que algún día viviste. A los egos y las posturas radicales. Lee los libros que nunca te atreviste a mirar por tus ocupaciones. Atesora las enciclopedias. Los manuales. Los libros de cocina y los poemarios. Los tratados de historia donde están narrados los errores que jamás como humanidad podremos volver a cometer. Debes estar preparado para el colapso energético. Debes estar listo para vivir sin luz eléctrica, sin internet, sin nevera ni horno microondas. Pronto te darás cuenta que nada de eso necesitabas. Debes entender que todos los artificios de la modernidad no eran más que eso, artificios innecesarios que te robaban el tiempo y tú energía. Produce tu energía pedaleando una bicicleta. Inventa los aparatos que necesitas. ¿Cuántos siglos sobrevivimos como especie sin necesidad de computadoras? ¿Hace cuántas generaciones nos separamos de la tierra y dejamos de sembrar? Aún es tiempo de recoger lo que tienes adentro. Recuerda que tus ancestros domesticaron el maíz. Recuerda que vienes de generaciones de mal llamados indígenas y campesinos y que en tus raíces perviven su legado inmortal. Recuerda que somos hijos de la tierra y que todas y todos somos seres cósmicos. Recuerda que estas vivo, así que regresa a la tierra. Al trabajo de tus manos. Ensúciate las uñas. Hoy es el cambio. Despierta el amor por la naturaleza. Es la hora de entender que todos estamos en las mismas circunstancias y valora las carencias de nuestros semejantes. Es el momento de ayudar a otros seres humanos en condiciones desfavorables, compartiendo el conocimiento que has aprendido, promoviendo las enseñanzas de estos tiempos. Los unos necesitamos de los otros. ¿A eso no vinimos a este mundo? Es el momento de ayudarnos entre todas y todos. Aprende a escuchar y a recibir de forma recíproca. Nadie es perfecto. Todos contamos con alguna herramienta para compartir. Este, nuevo ser de luz, es tiempo de aprendizaje perpetuo y cada persona tiene mucho por dar y recibir. No hay escapatoria. O volvemos a ser humanos o nos extinguimos. Ya hemos visto como a lo largo de la historia en situaciones similares hemos sacado lo peor de nosotros como especie. Ya nos ha contado el cine como ante las crisis aparecen los espíritus envidiosos. Ya los libros nos han hecho entender que existen las guerras, despojos y violencia y que el más poderoso se aprovecha del débil. Cambiemos la historia juntos. Adáptate con humildad a esta situación y regocíjate con los misterios de la existencia. De lo contrario, la enfermedad del ego resultará más amenazante que la propia peste. ¿No lo ha mostrado ya la ciencia ficción? Las soluciones de estos tiempos radican en someterse y contagiarse de una conciencia cósmica. Ya no habrá países, fronteras, religiones, divisiones. En el amor y el respeto mutuo cabremos todos y juntos obtendremos lo esencial de la vida: La plenitud del espíritu nos salvará de perecer. ¿Pensabas que eras más importante que los alces, los mejillones, las focas y el dodo? Tú, ser divino, estas siendo víctima del invento que creaste. La máquina de destrucción que pusiste a funcionar hoy está a punto de destruirte. Te lo advertí. Escuchas mis palabras. Sigue mis consejos y vivirá eternamente tu simiente en el Abya Yala. ¿A qué le tienes miedo?

Pacho Restrepo

Hablan los mamos de la Sierra

* Información que recibí por Whats App, de fuentes confiables, en mi opinión.
No he comprobado la fuente ni la veracidad.
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"No Digas Que No, No Lo Dijeron.

Nosotros los Mamos desde el Corazón del Mundo, que es también el Corazón del Universo, desde nuestra Casa Sagrada, la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, saludamos a todos nuestros hermanitos menores de todas las razas del mundo, a la gran hermandad, a todos los maestros, a los trabajadores de la luz, a todos aquellos que están en el camino de cambio de conciencia, a aquellos que están despertando a una nueva conciencia y también a todos aquellos que aun están dormidos. Los invitamos a reflexionar en lo que es obvio, de lo que todo el mundo habla, del mensaje que nos corona a todos como una sola unidad, como un solo dolor, como un solo sufrimiento, como una sola humanidad que sufre, que llora, que se quebranta y que ha de levantarse empoderada, diferente, liberada de egos incomprensibles, de valores que no ayudaron, y de poderes que nos dejaron débiles y cansados de cargarlos porque cuando más los necesitábamos no sirvieron.

La Madre hablo, la vida nos lo grito en la cara, la naturaleza lo revelo, los fuegos no intencionados lo clamaron como una verdad a gritos. Pero no los oímos por estar ocupados en lo grandioso, porque no nos tocaron directamente, por estar construyendo un mejor mañana sin saber para quien o para qué. Hoy no podemos decir que nos tomó desprevenidos, que no nos avisaron, que fue una sorpresa. No digas que no, no lo dijeron.

Nosotros los Mamos quienes hemos aprendido por cientos de generaciones y linajes a tomarnos el tiempo para desarrollar la comunicación con las dimensiones superiores e inferiores, quienes vivimos por 18 años de nuestra vida presente aprendiendo a acallar nuestra mente a insensibilizar nuestros cuerpos biológicos y nuestros sentidos, a apagar nuestros egos, a dormir nuestras mentes para que no juzguen, no sentencien, no condenen. En estos años y hasta el final de nuestra existencia continuamos aprendiendo a ser Mamos, agudizamos los sentidos del ser superior y nos capacitamos para percibir con los sentidos del alma y del corazón el susurro de la divinidad que lleva el viento, la brisa, las aguas, las nubes, las montañas, los animales, los bosques, los muy pequeños como las bacterias, los seres visibles e invisibles, lo mismo que los guardines de nuestros sitios sagrados. Hemos aprendido que ellos hablan con la risa inocente de los niños, en la sabiduría vieja del que ya se va, en el color de las nubes, en el deshielo de los Chundwas (picos de nieve), en las aves que dejaron de volar en los volcanes que se despertaron perplejos y empezaron a rugir hasta hacer temblar la Madre Tierra.

Los Mamos lo leímos, lo entendimos lo atestiguamos cuando cambió el andar lento y certero del padre sol, abrazando a la Madre Tierra hasta quemarla, y cuando los ciclos lunares ya no se alinearon más para dirigir la vida, la siembra y las cosechas. Hermanitos, las cosas que pueden parecen insignificantes para ustedes, tienen un enorme significado para nosotros los Mamos. Los Mamos vemos en todo acontecimiento natural, en toda manifestación un mensajero y un mensaje, un guardián, un maestro, un consejero, que nos trae la oportunidad de oír, de dialogar con ellos, con la Madre Naturaleza y con la Madre Tierra. Así aprendemos el poder de liderar sin insistir en que otros nos sigan. Llamamos Hermanos Mayores a los virus, a las bacterias, los que hacen cosas buenas por nosotros o lo que nos dan pestes, o alteración de nuestro tiempo y de nuestro espacio. Hoy, una sola entidad diminuta está produciendo una gran perturbación que nos obliga a todos detenernos en nuestro camino sagrado de la vida.

Para nosotros los Mamos, cuando la Madre Tierra tuvo su primer amanecer todo fue manifestándose desde el espíritu, en Ánugwe, luego, todo se manifestó en Ti’na. Ánugwe es la fuerza inmaterial de la existencia, la “Fuerza Ley” intangible y mayor que gobierna y controla todo cuanto existe en la naturaleza y en el cosmos. Ti’na es la fuerza en el modo material, visible y manifestada desde el Ánugwe. Así se manifiestan todos los reinos, los animales, las plantas, las aguas, las rocas, y todo aquello que existe en Ti’na. Ellos fueron primero que nosotros, en Ánugwe, donde estaban manifestados como la fuerza suprema de la vida, de la creación y así debió continuar en Ti’na. Nosotros fuimos los últimos en llegar en Ánugwe y en Ti’na. Nosotros llegamos ayer, y aunque no hemos podido comprender todavía a que vinimos, ni porque fuimos los últimos, ni cuál sería nuestra sagrada misión o en calidad de que llegamos para estar con los hermanos mayores, nos convertimos en sus verdugos y como caníbales empezamos a consumir y destruir a muchos de ellos. Hemos alterado el orden establecido por la Ley más Sagrada del Universo, la Ley de Origen que es la Ley del Orden, de la vida y del respeto por el ser. No hemos aprendido a ponernos a la altura de la Madre Tierra, ni de la Naturaleza.

Como niños caprichosos y enceguecidos por el poder de la razón, lo empezamos a cambiar todo, destruyendo, aniquilando todo a nuestro paso. Fuimos tan poderosos que en un abrir y cerrar de ojos recalentamos el planeta descongelamos los polos, desaparecimos muchos hermanos de la flora y de la fauna, contaminamos la brisa el aire y son muy pocos los que han actuado con conciencia de transformación queriendo cambiar el sistema que hoy nos gobierna. Hasta ahora estuvimos jugando con fuego. Nos pusimos a nosotros mismos fuera de balance. Y entonces, un virus, el más pequeño de los elementales, la creatura más insignificante antes los ojos de los hermanitos menores nos obligó a parar la carrera de persecución, de lo que no sabíamos tras de que estábamos corriendo.

Ese virus se convirtió en un gran maestro, en un auténtico mensajero.

Desde nuestros sitios de comunicación con los portales desde las diferentes dimensiones, nosotros los Mamos percibimos que a este maestro lo alimenta el miedo, vibra con él y viene empoderado por ese temor que percibe en todos los que nos sentimos aterrados a perder lo que tenemos, lo que construimos o planeábamos construir. Como humanidad hemos sido coronados con la vibración del miedo. Desde los sitios Sagrados los Guardianes envían coraje y nosotros los Mamos agregamos a este coraje una buena dosis de solidaridad, amor incondicional y de autoconfianza en nosotros mismos para contagiarla a los demás como un escudo efectivo contra el miedo.

Los Mamos hablamos con la Madre Tierra, hablamos con la vida y con seres de todos los reinos. Desde nuestras oficinas sagradas pedimos perdón, primero a nosotros mismos, a nuestros vecinos, a la brisa, al agua a los animales y a las plantas. Nosotros sanamos, balanceamos a nuestro Hermanos Mayores, porque al sanarlos y balancearlos a ellos, nos sanamos y balanceamos a nosotros mismos, porque todo está integrado en el todo, interactuando entre sí y con nosotros mismos. Solo cuando logremos ese nuevo balance, una Nueva Humanidad empoderada por la solidaridad dará paso a la nueva tierra ascendida, honrada, respetada y amada. Entonces no sólo el aire puro será posible, no sólo los animales sanos serán posibles las plantas serán posibles, sino que cada elemento, cada ser estará cumpliendo su misión, sin ser destruido, violentado, por lo que se llama desarrollo, civilización, modernismo y al que nosotros los Mamos llamamos inconsciencia.

Nuestra Sagrada Madre Tierra, será protegida cuando nosotros como humanidad tomemos la resolución de hacer las cosas respetando y reverenciando toda forma de vida. Para nosotros los Mamos esta es una invitación al cambio y a la transformación sin agresión, con amor y gentileza. Es algo así como lo hablan hoy ustedes de esa transformación de esa mutación qué están haciendo los virus modernos. Los Mamos vemos esto como una realidad cercana donde podemos cada uno con la humildad más grande que nos asiste con la verdad absoluta de poder pedir perdón a nosotros mismos y hacia nosotros hermanos y hacia nuestros hermanos mayores, tener un cambio, una mutación de actitud, una transformación de conciencia de hábitos de pensamiento ante este sagrado planeta ante esta sagrada madre y ante nuestros sagrados hermanos mayores.
Hemos demostrado cuán poderosos somos para cambiar, para transformar.

Usemos el mismo poder para mutar nuestra conciencia agregando una fuerte dosis de amor, compasión, respeto y reverencia por la vida sin rechazar con orgullo o arrogancia a los hermanos mayores de la naturaleza porque ellos llegaron aquí antes de nosotros.

La Madre Tierra, los Guardianes de nuestros Sitios Sagrados, los Mamos de los Chundwas nos están llamando a todos, movilizando a Mamos y a los hermanitos menores a trabajar juntos para lograr ese cambio en la humanidad y en el mundo. Que el poder, la luz y el amor estén con todos nosotros para hacer esa transformación durante este tiempo de cambio.

Dwawiku Izquierdo, Mamo Arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia

Duni Mamo"

martes, 7 de abril de 2020

El nuevo Mundo pos pandemia (carreta)

El “nuevo orden”, la “nueva lógica”, la “reinvención de los negocios”, “nuevas formas de pensar, de actuar, de consumir”, etc., etc., etc. Todas esas y muchas más son las predicciones que ahora hacen. Hay quienes se meten en ellas como argumento para vender un nuevo producto o servicio y así capotear la debacle económica que se vendrá después de los confinamientos. Otros lo hacen orientados por sus deseos y sus pálpitos, con genuinas intenciones de cambio pos pandemia.

Yo me pregunto si después de todo esto, va a llegar ese cambio tan fenomenal. No soy bueno en historia, pero hasta donde yo sé, el siglo pasado hubo dos guerras mundiales en las que salió a relucir lo más mezquino y miserable de la condición humana. Quienes vivieron los vejámenes de las guerras estuvieron sometidos a los peores y más execrables crímenes y aunque suene trivializante, yo no sabría cuáles fueron los gigantes cambios en la forma de consumir, de pensar y de actuar.

Pensándolo bien, sí hubo cambios. Se profundizó la lógica de competencia (la cooperación es para pendejos), el capitalismo y el neoliberalismo se desmadraron con las penosas consecuencias que rigen este Mundo de desarrollo, crecimiento, fortalecimiento y de mediciones a través de indicadores como el PIB; un Mundo de machos machotes, a mi forma de ver.

Ahora miro el territorio al que pertenezco. En Colombia llevamos más de 200 años de guerras. Una partecita de la guerra de guerrillas se acabó en el Gobierno pasado, pero nos seguimos matando y en especial acribillamos a las personas que, en las regiones, en las bases, abogan por el tal cambio.

Y miro a alguna gente que conozco y sus acciones en esta cuarentena. Se van para sus fincas y casas de recreo en municipios cercanos a las grandes ciudades. Importa un soberano pepino si las autoridades denuncian a gritos que es una canallada irse a ejercer señorío en pueblitos pequeños, carentes de recursos. Vale cinco centavos que las normas prohíban el desplazamiento de los propietarios citadinos a sus fundos rurales; la ley es para los de ruana y si se llegaran a enfermar, seguramente llegan al puesto de salud y se inventan alguna jugada para que el de ruana espere, y primero los atiendan ellos. Vale huevo que los supermercados y tiendas, las redes de servicios públicos y tantas otras cosas se sobrecarguen con la presencia de los visitantes pandémicos.

Todos ellos van a cambiar después de la pandemia y cuando estemos en ese “nuevo Mundo”, se van a acordar que hay que ser exitosos, atesorar, acumular y seguir yendo a la finca. En ese momento volveremos a vivir bajo las mismas lógicas sistémicas y la pandemia podrá ser una anécdota.

miércoles, 1 de abril de 2020

4 4 4 4 4 es el 5 se septiembre de 2021 en Excel

Un dato curioso: 44.444 es el 5 se septiembre de 2021 en Excel