sábado, 11 de abril de 2020

Aplaudir a los médicos en la Pandemia, ¿necesitamos héroes?

Todas las noches a las ocho salimos al balcón, con mi esposa e hijo, a aplaudir. Claro, a aplaudir a los médicos y a los equipos de servidores de la salud que le están haciendo frente a toda esta situación. En mi caso salgo a aplaudir también a todo, a mí mismo, a mi familia nuclear y a la extendida, a todos los vecinos, a toda la gente y hasta a los gobernantes. Aplaudo a las personas que se han encargado de que yo pueda ir a comprar comida al supermercado, aplaudo a los mensajeros y a la empresa que nos trajo unos cartuchos de tinta para la impresora. Aplaudo a Geraldine, Sandra, Juan José y Dora, quienes sirven en el edificio en el que vivo.

Sin embargo, no son héroes, no somos héroes.

Antes de la pandemia y ahora también, me molesta que a los policías y soldados de Colombia les llamen héroes. Lo percibo impostado para despertar cierto nacionalismo y un patriotismo que refuerza la idea de los buenos y los malos. Me parece que es como un “salario emocional” para los soldados y policías que no están bien remunerados económicamente. Es como un contentillo elaborado por los publicistas al servicio del Ministerio de Defensa. Es aludir a la necesidad de que los del vulgo tengamos héroes y los alabemos como lo hacemos también con los dioses a través de las religiones.

Los médicos y los demás servidores de la salud escogieron esa profesión, ese oficio en el que es preciso ponerse en peligro de vez en cuando; yo se los agradezco infinitamente pero no como héroes sino como también siento gratitud inefable por todas las personas que ayudan a que la comida llegue a los platos de mi familia. Cuando hablo de este agradecimiento no pienso en héroes, solo traigo a mi mente imágenes de agricultores, ganaderos, pescadores y trabajadores avícolas que cumplen con su trabajo. También pienso en los transportadores, en los que se encargan del bodegaje y la logística, incluso pienso en los ejecutivos y profesionales que, desde escritorios, facilitan nuestro abastecimiento. A todos ellos y a tantos más, gracias. Vale decir que esta situación ha hecho que los tenga más en cuenta por lo críticos que se vuelven, pero eso no quiere decir que se me vuelvan héroes.

La necesidad de crear héroes fortalece el imaginario en el que es necesario que unos sean mejores que otros, más valientes, más inteligentes, más lindos, más esto y más lo otro. Todos somos iguales ante la ley y todos en algún momento podemos resultar críticos. Esto no nos hace héroes potenciales, solo nos hace parte de un todo en el que hay diversas funciones y diversas responsabilidades.

Hace poco salió este razonamiento en El Espectador, que me gustó mucho porque habla de los héroes desde épocas lejanas. Yo por ahora saldré esta noche a las ocho, al balcón, a aplaudir nuevamente.

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