Para llegar a decidir que vamos a darle la
vuelta al mundo con mi esposa, el proceso empezó cuando estaba en Wisconsin, en
1996, aprendiendo inglés y haciendo un intercambio después de terminar el
bachierato. En ese momento no había empezado mi carrera de Derecho, faltaban
como 13 años para conocer a mi esposa y recuerdo que en ese momento pensaba que
tenía que repetir la experiencia de vivir fuera de Colombia por un tiempo
considerable.
Luego de unos años de graduado de la
Universidad y habiendo obtenido una especialización, apliqué a una maestría en
España y teniendo en cuenta mis actuales gustos e inclinaciones, fue mejor
haber fracasado en ese proceso de selección de la beca; si en este momento me
tocara escoger una carrera o una maestría, no tendría ni las más remota idea de
qué estudiar y, de hecho, posiblemente me inclinaría por no estudiar algo
formal sino entraría en algún camino de aprendizaje como el que percibo en el
viaje que haremos alrededor del mundo con mi esposa.
Fue hermoso como ella llegó un día de mayo del 2012
y me propuso esta idea de ir a viajar por distintos países y en segundos escuché
lo que el Universo me quería decir y acepté sin prever nada, sin reparar en lo
financiero, sin pensar en la “continuidad” de mi “carrera”. Es más,
posiblemente pensé en fracciones de segundo en todo eso y en muchas otras cosas
que he aprendido a dejar que sean decididas por el fluir de la naturaleza y en
ese proceso yo sólo tengo que estar atento a hacer las pequeñas tareas que me
corresponden, con el maravilloso resultado de verme fluir con mi Diosa
Coronada, como si hubiéramos planeado todo rigurosamente pero en realidad, lo
único que hicimos fue confiar, soltar y dejar fluir.
Ahora tenemos algo más de cinco meses para
cerrar varios capítulos en Bogotá y para tomar decisiones y hacer vueltas y
trámites que haremos poco a poco y con mucho amor porque, así como en el Quinto
Elemento, la clave de este viaje de los sueños está ahí.
Camilo Isaza Herrera
@Atarugo