sábado, 15 de marzo de 2014

¡Oh hermosas ballenas!



Desde que llegué a Hawái he visto muchos anuncios de avistamiento de ballenas por todos lados. Me imagino que ellas vienen por acá a parir y a criar porque es un lugar muy apropiado para ello y para todo; en mi opinión; es un paraíso para todo lo que tiene que ver con crear, con concebir.
  
El otro día estaba en la playa dentro de una especie de cueva cuando las vi a lo lejos, saltando, haciendo sus movidas y, objetivamente, es hermoso. El paso siguiente podría haber sido visitarlas en una lancha llena de gente uniformada con chalecos flotantes de colores estridentes, gritando poesía en medio del mareo que causa el movimiento del suelo.

Por suerte me he abstenido, porque no quiero ir de mar en mar y de paraíso en paraíso reivindicando nada en nombre de la humanidad, echándome a cuestas lo que no me corresponde. Yo sólo quiero viajar, ser y hacer.

No me puedo hacer el pendejo, las ballenas no necesitan que yo las proteja, ellas no necesitan de mi favor ni el de los parlamentos ni el de las organizaciones, ellas sólo necesitan que Yo no les joda la vida mientras están pariendo.

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