No se qué me parecía tan sexy de ser adulto pero recuerdo
que estando muy chiquito usaba la crema y la brocha de afeitar de mi Papá, me la
echaba en la cara y luego me quitaba la espuma con la parte trasera de la Prestobarba.
Me llamaba la atención todo lo que hacían los adultos y como llegué de último a
una familia donde había muchos, tuve oportunidad de observar e imitar muchos de
sus comportamientos.
Lo determinante acá es que empecé a usar desodorante cuando
todavía no era necesario. En esa época el roll
on no era muy conocido y el “ARDEN FOR MEN” venía en esa presentación. El
nombre me parecía rarísimo porque pensaba que ardía cuando uno se lo echaba
pero pronto me explicaron que era la versión masculina de “Elizabeth Arden”.
Por algo menos de veinticinco años, el desodorante fue un
producto de primera necesidad en mi canasta de gastos. Pasé por muchas marcas y
al igual que con el pelo, llegué a lo más básico, a lo más sencillo. En este
viaje no he comprado ni un solo desodorante porque encontré un maravilloso
sustituto. Después de bañarme me echo limón y eso es más que suficiente.
También he aprendido que la obsesión por eliminar todos los
olores naturales del cuerpo es una costumbre exagerada. Basta con ser
suficientemente cuidadoso a ese respecto.
Ahora bien, me he dado cuenta que la asepsia por la que
propenden los comerciales de jabones, desodorantes, detergentes y los demás
productos de “cuidado personal”, esa pulcritud sólo puede provenir de una
distorsionada interpretación del hermoso proceso humano y ello es aprovechado
lucrativamente por los mercaderes que prometen, mentirosamente, una vida
antibacterial.
Además he llegado a la conclusión que no todo lo que parece
o huele a limpio lo está y viceversa ...
Sin embargo, este experimento y el del pelo tienen que irse
ajustando a las circunstancias. Por ejemplo desde hace una semana he tenido
pequeñísimos brotes de dermatitis, pese a que el pelo está muy bien, pero estoy
haciendo prueba y error con emplastos o compresas de romero, con miel, con
limón, etc. y creo que la causa de esto ha sido la composición del agua con la
que nos bañamos. De hecho tengo la inquietud de cómo va a reaccionar mi piel
cuando vuelva al agua de Bogotá.
Si alguien sabe de remedios caseros que me puedan ayudar, los agradeceré.
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