Una
de mis absurdas preocupaciones es que si tuviera hijos, no sabría qué formación
educativa ofrecerles porque tengo mis propias expectativas sobre lo que
quisiera para una niña o para un niño con el que compartiríamos el Hogar que
construimos a diario con Camila.
Es
absurda mi preocupación porque en este momento no tenemos hijos y pensar en su
colegio es proyectarme como cinco años en los cuales sería preciso concebir,
parir, criar los primeros años y luego si ofrecerle la mejor posibilidad que decidamos
a la o al nuevo integrante de nuestra Familia.
En
ese orden y para hacerle un quite al escape de vivir aquí y ahora voy a razonar
en abstracto sobre la hipótesis de que nosotros tuviéramos que decidir el
colegio para nuestra hija o para nuestro hijo en este momento.
Así
pues, yo fui a un preescolar (dos años) y a un colegio (trece años) en los que
gocé la experiencia educativa en un terreno de mucha libertad. Me gustaría lo
mismo para mi hija o para mi hijo. También me gustaría que estuviera en un
ambiente mixto (hombres y mujeres) y que adquirir un segundo idioma fuera uno
de los resultados de su proceso educativo.
Igualmente,
esos quince años de mi vida transcurrieron entre mucho verde y me sentiría muy
contento de que así fuera para la hipotética descendencia. De hecho me
encantaría que la educación de ella fuera en el campo aunque nuestra Familia
viviera en una ciudad.
Ahora
bien, en cuanto a los contenidos, me parecería lo mejor que las artes y la
conciencia ecológica fueran un pilar fundamental y transversal de la experiencia
educativa.
De
esta manera, sería lo mejor, a mi manera de ver, que esa formación tuviera un
alto contenido de procesos encaminados a construir consciencia colectiva y a
considerarse como parte de un Todo en el que todo, valga la reiteración, está
interrelacionado e incluye a todos los seres vivos y no vivos; todo ello en una
esfera de genuina igualdad.
Y
para no extenderme más, apreciaría un lugar en el que se considere el proceso
humano como una maravillosa y equilibrada mezcla de cuerpo, emociones,
racionalidad o lenguaje, con cabida para lo desconocido o lo innombrable.
Pues
estando acá en Bali, visitamos un espacio que podría acogerse a mis deseos. Se
trata de Green School – www.greenschool.org
- Después de visitar ese lugar sentí la esperanza de que en alguna parte del
mundo existe una escuela a la que yo llevaría a una niña o a un niño, con
tranquilidad.
Este es el techo una nueva construcción experimental de Green School. En la página web se puede ver la belleza de todas las construcciones y de todo el lugar. |
El paseo hasta Green School fue en esta motico, por caminos verdes y ríos hermosos. |
De
hecho este lugar me hizo recordar de otro que me ha llamado la atención y queda
cerca de Bogotá. Se llama Colegio Hacienda Los Alcaparros. He estado revisando
su página web – www.alcaparros.edu.co
- y me parece que podría funcionarnos muy bien. Ya veremos qué más pasa.
2 comentarios:
Tal vez podría gustarle más el Colegio Campoalegre, péguele una mirada.
Camilo, refuerzo el comentario anterior, mi hijo de 10 años entró a ese colegio. Esta semana precisamente esta de viaje conociendo San Agustin, Timana, El Desierto de la Tatacoa, Betania...todos los años la gran actividad es el montaje de un musical con alumnos desde los más pequeños hasta 11, este año estrenan en Marzo Los Miserables...www.campoalegre.com mi hijo se levanta feliz a las 450 AM todas las mañanas. Y fue el mejor colegio en rendimiento del ICFES en Inglés. Después le mando el link. Un abrazo
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