jueves, 30 de enero de 2014

Green School

Una de mis absurdas preocupaciones es que si tuviera hijos, no sabría qué formación educativa ofrecerles porque tengo mis propias expectativas sobre lo que quisiera para una niña o para un niño con el que compartiríamos el Hogar que construimos a diario con Camila.

Es absurda mi preocupación porque en este momento no tenemos hijos y pensar en su colegio es proyectarme como cinco años en los cuales sería preciso concebir, parir, criar los primeros años y luego si ofrecerle la mejor posibilidad que decidamos a la o al nuevo integrante de nuestra Familia.

En ese orden y para hacerle un quite al escape de vivir aquí y ahora voy a razonar en abstracto sobre la hipótesis de que nosotros tuviéramos que decidir el colegio para nuestra hija o para nuestro hijo en este momento.

Así pues, yo fui a un preescolar (dos años) y a un colegio (trece años) en los que gocé la experiencia educativa en un terreno de mucha libertad. Me gustaría lo mismo para mi hija o para mi hijo. También me gustaría que estuviera en un ambiente mixto (hombres y mujeres) y que adquirir un segundo idioma fuera uno de los resultados de su proceso educativo.

Igualmente, esos quince años de mi vida transcurrieron entre mucho verde y me sentiría muy contento de que así fuera para la hipotética descendencia. De hecho me encantaría que la educación de ella fuera en el campo aunque nuestra Familia viviera en una ciudad.

Ahora bien, en cuanto a los contenidos, me parecería lo mejor que las artes y la conciencia ecológica fueran un pilar fundamental y transversal de la experiencia educativa.

De esta manera, sería lo mejor, a mi manera de ver, que esa formación tuviera un alto contenido de procesos encaminados a construir consciencia colectiva y a considerarse como parte de un Todo en el que todo, valga la reiteración, está interrelacionado e incluye a todos los seres vivos y no vivos; todo ello en una esfera de genuina igualdad.

Y para no extenderme más, apreciaría un lugar en el que se considere el proceso humano como una maravillosa y equilibrada mezcla de cuerpo, emociones, racionalidad o lenguaje, con cabida para lo desconocido o lo innombrable.

Pues estando acá en Bali, visitamos un espacio que podría acogerse a mis deseos. Se trata de Green School – www.greenschool.org - Después de visitar ese lugar sentí la esperanza de que en alguna parte del mundo existe una escuela a la que yo llevaría a una niña o a un niño, con tranquilidad.


Este es el techo una nueva construcción experimental de Green School. En la página web se puede ver la belleza de todas las construcciones y de todo el lugar.

El paseo hasta Green School fue en esta motico, por caminos verdes y ríos hermosos.

De hecho este lugar me hizo recordar de otro que me ha llamado la atención y queda cerca de Bogotá. Se llama Colegio Hacienda Los Alcaparros. He estado revisando su página web – www.alcaparros.edu.co - y me parece que podría funcionarnos muy bien. Ya veremos qué más pasa.

Si alguien conoce de proyectos educativos que pudieran acogerse a la visión que expuse, agradecería profundamente recibir información.

2 comentarios:

Apelaez dijo...

Tal vez podría gustarle más el Colegio Campoalegre, péguele una mirada.

Carlos Alberto dijo...

Camilo, refuerzo el comentario anterior, mi hijo de 10 años entró a ese colegio. Esta semana precisamente esta de viaje conociendo San Agustin, Timana, El Desierto de la Tatacoa, Betania...todos los años la gran actividad es el montaje de un musical con alumnos desde los más pequeños hasta 11, este año estrenan en Marzo Los Miserables...www.campoalegre.com mi hijo se levanta feliz a las 450 AM todas las mañanas. Y fue el mejor colegio en rendimiento del ICFES en Inglés. Después le mando el link. Un abrazo