domingo, 23 de octubre de 2016

Los Bomberos

Un gigante camión de bomberos con sus luces y su sirena retumbaba por la Avenida 82 bordeando el Centro Comercial Andino hacia el occidente. El trancón era monumental como usualmente pasa en las horas pico de una noche de sábado. Los conductores que protagonizaban esta usual debacle se dejaban afectar medianamente ante la estruendosa señal de urgencia del servicio que nos inventamos para salvar vidas y cosas cuando se van a chamuscar.

Un taxista y el piloto de un Volvo nuevo, quienes evidentemente veían el intento apesadumbrado de la imponente máquina por abrirse paso, llegaron a la boca calle de la carrera 12 y con cierta duda irresponsable intentaron continuar su marcha en contra del afán de los bomberos. Finalmente la sanción social hizo que pararan y los héroes pudieron avanzar para encontrarse con lo mismo en las siguientes cuadras.

La tragedia que iban a atender, si no era una llamada de broma, logró sus cometidos de muerte y destrucción que habrían podido evitarse si el camión hubiera podido andar a un mejor paso.

Uno podría concluir que el taxista, el del Volvo y los demás conductores de esta escena son unos inconscientes patológicos pero a mi manera de ver la conclusión sería facilista y descarada. Yo también tengo la culpa de que ese carro de bomberos se haya demorado.

Vivo a dos cuadras del lugar y todos los días observo con indolencia las catastróficas afectaciones de tráfico que causan el Andino, el Retiro, el Atlantis y todos los demás negocios que hay en esta zona. Es admirable que los emprendedores prósperos estén sacando adelante sus negocios pero se les olvidó incluir unos costos fundamentales en el modelo con la anuencia cómplice de la Administración Distrital que otorgó licencias y permitió el crecimiento desordenado de una de las zonas comerciales más ricas del País.

La estructuración de cualquiera de estas empresas, debería haber comprendido inversiones estratégicas privadas en planes de manejo de tráfico y de cientos de externalidades que era obvio iban a generar. El problema es que los negocios habrían sido mucho menos rentables en el corto y mediano plazo y la adicción al dinero y a la comodidad prefiere el retorno rápido.

Cuando alguien va a entrar al Andino con su paraguas mojado hay personas en las entradas dando unas bolsitas para que no haya goteos en los suntuosos pisos de este templo así como podría pasar en las iglesias cristianas y católicas que, en el nombre del Cristo, también agobian la paz de los barrios con sus externalidades negativas así como lo hacen los comerciantes izando el heraldo de la prosperidad económica general. El costo de estos plásticos debe ser elevado pero parece ser razonable porque sirve para proteger el negocio de puertas para adentro; ¡afuera que se queme lo que sea!

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