Luego de anunciarlo en una entrada previa, tuve algo de
reserva sobre escribir en el blog sobre este tema porque tiene que ver con “esos
asuntos” que no necesariamente los demás tienen que saber de mí y luego recordé
que todo el mundo tiene pelo o ha tenido, y por cierto yo cada vez tengo menos.
Desde que tengo memoria, mi Mamá me echaba champú
regularmente y con los años yo me encargué de esa tarea que me divertía porque
jugaba con la espuma y me parecía lo más natural al ver a mis hermanas y
hermanos, a mis amigos y a toda la gente haciendo lo propio.
En algún momento, cuando empezaron a aparecer ciertos rasgos
de pubertad, que para mí fue temprana, apareció la caspa. ¡Guácatelas!, debió
haber sido mi expresión, porque de alguna manera aprendí que todo lo que tenía
que ver con el cuerpo, sus fluidos y su funcionamiento, daba asco.
En la ducha que compartía con tres de mis hermanos, había
una botella de plástico de fondo verde nevera con letras oscuras que adentró
tenía un líquido de apariencia viscosa, de color Pony Malta y que me olía a lo
que sabe el champú. No es que yo ande tomando champú pero algunas veces me
cayó en la boca.
Esa fue la supuesta solución por un tiempo aunque me
molestaba que al acalorarme, la cabeza me empezaba a oler a Dénorex, este
champú que resultó ser el predecesor del “gran” Head & Shoulders o H&S
como lo promocionaban para quienes no teníamos buena pronunciación en inglés y
así lo podíamos pedir en el mercado sin problemas.
H&S me acompañó por más de veinte años y no había lugar
a considerar dejarlo, de hecho llegué a usarlo todos los días porque si no lo
hacía el pelo se me ponía grasoso y ¡guácatelas!. Además llegaron condiciones
paralelas como blefaritis y dermatitis seborreicas y hasta los oídos padecían
de ello … ¡guácatelas!
Estando en la granja de los Alpes de Francia, donde el agua
venía directo de un nacedero, sin haberme propuesto dejar el H&S, empecé a
usar el champú que estaba en la ducha, que no era anti caspa y para mi
sorpresa, ella nunca apareció en el mes que estuvimos allí; sólo volvió
acompañada por una pequeña molestia en los ojos y en la cara, al pasar unos
días por Paris donde el agua tiene cloro. H&S se encargó de la situación.
En ese momento empecé a fabricar una teoría según la cual el
cloro es un producto que se usa para manipularnos y de esa forma las grandes
empresas nos pueden vender muchos productos. No creo que mi histérica idea esté
muy lejos de la realidad pero me aparté rápido de mi intención de iniciar una
cruzada contra el cloro y las multinacionales del “cuidado personal” y preferí
seguir gozando de este maravilloso Viaje de los Sueños.
Luego, en las granjas de Israel, por algo menos de tres
meses me abstuve del H&S aunque estuvo en la maleta, siempre celoso de los resultados
de mis experimentos y sólo lo usé una vez, al final del paso por tierra santa,
para controlar la blefaritis pero no para el pelo.
Gracias a las dotes investigativas de Camila, encontramos en
Internet diferentes métodos para lavarse el pelo y para controlar la caspa. He
probado lavármelo con bicarbonato diluido en agua y acondicionarlo con vinagre
también diluido. Me funciona pero no logra controlar la caspa y no me gusta
tanto como queda la textura del pelo.
Hasta ahora la experimentación va en que semanalmente, los
domingos, hago una buena cantidad de jugo de limón y la mezclo con un poquito
de miel. Pongo la mezcla en el pelo y me lo cubro con una toalla para que se
caliente un poco (ver foto). Luego me juago y eso es suficiente para que esté limpio
y sin caspa por una semana.
Comentarios bienvenidos |
2 comentarios:
que simpática esa foto... me alegra que puedas hacer el viaje de los sueños de muchos... suerte y bienvenido
que simpática esa foto... me alegra que puedas hacer el viaje de los sueños de muchos... suerte y bienvenido
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