lunes, 11 de noviembre de 2013

Turismo

Cuando estamos descansando del trabajo en las granjas, cada vez hacemos menos “turismo tradicional”, por ponerle un nombre a visitar monumentos, lugares históricos y museos, montar en buses de dos pisos con audífonos y esas cosas. Nunca hemos caído en lo de perseguir a un guía que ondea una banderita y que pareciera satisfacer cierto morboso instinto pastoril, aunque en la Ciudad Antigua de Jerusalén hicimos un pequeño tour guiado.

No me cabe duda que me gustó más pasar un rato largo caminando por el mercado popular de esa ciudad http://en.wikipedia.org/wiki/Mahane_Yehuda_Market , que hacer la fila y pagar por entrar a la Basílica de San Pedro en el Vaticano, por ejemplo.




Es muy chévere ir de noche a ese mercado porque hay una zona donde están abiertos varios restaurantes, cafés y bares que además de atender la jornada diurna mezclados con el agite de la plaza, también atienden hasta altas horas con muy buena comida, trago y música.


    
Es así como un momento memorable de este viaje fue al comienzo de octubre, cuando salimos del hotel en Estambul y nos encontramos con los vendedores ambulantes que ofrecían jugo de granada y castañas asadas. Hasta ese momento mi referencia más cercana de la granada era la de oro que está en el escudo de Colombia y que recuerda su antiguo nombre, Nueva Granada. Por su parte, pocas semanas antes habíamos comido castañas en hojuelas en los Alpes Marítimos de Francia, con Philippe, en una inolvidable sopa endulzada con miel y saborizada con carob, un sustituto del chocolate que sale del fruto del algarrobo.

Ante tanta delicia, no perdonamos la ración de media mañana mientras estuvimos en la antigua Constantinopla. Compartíamos un paquetico de castañas con sendos vasos de jugo y sin reparos, repetíamos jugo por la tarde.

 


Además de otros maravillosos dulces y espumados de chocolate, en Hafiz Mustafá 1864 de Estambul nos deleitamos con el mejor Knafe, un postre sublime que hemos seguido comiendo en Israel pero el de allí se lleva todos los premios http://www.tripadvisor.com/LocationPhotoDirectLink-g293974-d1749881-i66042583-Hafiz_Mustafa_1864-Istanbul.html

Ahora bien, debo ser sincero, el museo de Louvre lo ojeé rápidamente porque estaba pensando en el almuerzo; en Paris es difícil encontrar un restaurante malo. Además, ver tantas piezas de todas partes del mundo que no se bien cómo se las apropiaron los franceses y presenciar la opulencia insultante de los apartamentos de Napoleón, me generó cierta molestia que preferí evadir con buena comida.

Por cierto, he llegado a la conclusión de que buena parte de los atractivos turísticos son recuerdos de las guerras, de la violencia, de la inconsciencia y de las “traquetadas” de los mandamás religiosos, políticos o económicos, así como la Hacienda Nápoles, convertida en parque temático y que era la insigne propiedad de uno de los lamentables y recientes reyes de Colombia quien ahora es remembrado como el principal protagonista del narcoturismo que tanto indigna a muchos de mis compatriotas.

Prefiero parar porque me desboco y para no meterme en terrenos minados seguiré por las rutas de los sabores, de los olores, de las texturas, de las costumbres, de los transeúntes, de los locales y de cosas que, felizmente, me dejan un mejor recuerdo en la boca y en el alma.    



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