lunes, 15 de julio de 2013

Italia y religión


En Italia se vive el catolicismo en cada esquina o al menos se ven los íconos cristianos por todas partes y ello forma un escenario apropiado para reflexionar sobre la religión y la espiritualidad. Últimamente he querido aplicar algo similar a un principio de caridad a todos los preceptos religiosos que conozco y en vez de rechazarlos automáticamente, como lo hice por años, hago un intento consciente por buscar el mensaje que mi Poder Superior quiere enviarme a través de la limitada semiótica de las religiones.

Quedarme en la tibieza de la literalidad religiosa y rechazarla de plano sería lo más fácil pero buscar el sentido universal de los mensajes de las religiones es un reto espiritual que demanda paciencia y creatividad.

En el camino de la búsqueda de Dios he pasado por acercarme a diversas religiones y prácticas espirituales y he concluido que lo más familiar para mí es el catolicismo. Aunque mi entorno próximo no es asiduo en las prácticas de la religión, hay símbolos muy cercanos como darse la bendición para invocar a Dios. Yo lo hago, no invocando al Padre al Hijo y al Espíritu Santo que son parte de un mito que no me conmueve.

Para invocar a Dios, también pongo mi mano en la frente, haciendo una veneración al lenguaje a las ideas a la intelectualidad, luego llevo mi mano a la boca del estómago, recordando el cuerpo que me sirve y al que le sirvo, con el que tengo una permanente conversación y luego paso por el corazón para recordar que no soy sólo cuerpo y pensamiento sino que mis sentimientos juegan una parte fundamental dentro de mi existencia. Finalmente beso mi mano para hacer una reverencia a todo y a lo desconocido que no puedo afirmar ni negar, que no puedo describir, que no puedo defender, sólo puedo creer en ello porque intuyo que hay algo más allá del cuerpo, la mente y los sentimientos y no necesito entenderlo, incorporarlo o sentirlo, ahí está y mi fe consiste en buscar una mayor consciencia de ello.

Llevo días conversando con la idea católica que propone la vida eterna y el correspondiente cielo e infierno para unos y para otros, según sus acciones en vida terrena. Ese mito no me convence porque para mí no es necesario comportarme bien toda la vida para acceder a una mejor vida. Yo quiero acceder a una gran vida todos los días, desde que me despierto hasta que me acuesto aplico lo que creo que quiere comunicar la idea de la eternidad porque en un solo día ocurre todo el milagro de la vida, en veinticuatro horas pasa todo lo que le puede pasar a un ser humano, lo evidente y lo desconocido, y sólo por hoy voy a tomar las decisiones que me permitan vivir tranquilo y voy a aceptar las consecuencias de ello.

“Cuidad este día, porque es vida de la vida.
En su breve curso, se hayan todas las realidades y verdades de la existencia,
la bienaventuranza de la perfección, el esplendor de la acción, la gloria de la fortaleza, porque el ayer, no es sino un sueño y el mañana tan sólo una visión,
pero el hoy bien vivido hace de cada ayer un sueño de felicidad,
y de cada mañana una visión de esperanza.
Cuidad bien, por tanto, este día.”

Este proverbio sánscrito que me permito citar define con fuerza iluminada todo lo que me ocurre en un día, describe la totalidad de eventualidades que se me presentan en veinticuatro horas y, para mí, comprende la grandeza de la eternidad, de hecho puede conllevar algo parecido al cielo y al infierno porque en un mismo día puedo pasar por momentos que no me gustan y por otros que aprecio pero no creo que sea necesario catalogar como bueno y malo lo que me va ocurriendo, ese ejercicio me hace daño, prefiero tratar dejarlas como cosas que ocurren y no hacer el intento de clasificarlas, sólo pasan.

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