domingo, 13 de octubre de 2013

Las cabras en el viento


Hoy domingo 13 de octubre de 2013 me desperté antes de las 6:30, me puse la ropa de trabajo que he usado en los últimos días y fui a la cocina para preparar te y café. Nos sentamos a la mesa Camila, Katy, una alemana voluntaria, y Dalia que con Amnon, su esposo, son los anfitriones de “Las cabras en el viento” la nueva granja donde estamos desde el 9 de octubre.




Luego de compartir un rato, mas en silencio que hablando, empecé a ejecutar mi nueva responsabilidad que consiste en alimentar a los animales. Hay 170 cabras adultas, como 50 cabras jóvenes que están en otro corral, como 40 ovejas, tres caballos, dos burros, ocho vacas, gallinas, dos pavos, seis perros pastores gigantes y tres perros pastores cachorros.

Hay que tener mucho cuidado con la cantidad de grano que se les da porque una sobredosis les puede hacer mucho daño; también comen heno, alfalfa y hay que estar siempre muy pendiente del agua. Los perros comen concentrado. A los cachorros, además, les preparo leche y hay que alimentarlos tres veces al día.

Es un trabajo exigente en todos los sentidos porque el heno y la alfalfa son pesados y hay que recorrer la granja para poner la comida en los lugares adecuados. Adicionalmente hay que estar atento al comportamiento de los animales y actuar rápido ante los imprevistos para que los problemas no crezcan.

En medio de mi labor de la mañana suena un gong o una campana que avisa que el desayuno estaba servido. En la mesa estábamos los mismos y Amnon quien había dormido un poco más porque anoche estuvo preparando queso hasta esta mañana en la cabecera de Yodfat donde estoy ahora en Internet y escribiendo esta entrada.

El desayuno es muy generoso y creo que es de las mejores comidas que he probado en mi vida. Dalia cocina de una forma asombrosa, muy sencillo pero es tan atractivo lo que hace que el restaurante no deja de recibir clientes casi ningún día. Los quesos de cabra son el centro de la alimentación que ahora recibimos.

En un rato vamos a volver a la finca para seguir trabajando, Camila en sus responsabilidades de mesera y apoyo para Dalia en el restaurante y en otras labores y yo tengo que preparar unas diez bolsas grandes de heno que voy a darle a los animales esta tarde junto con una segunda ración de grano para algunos. Para los perros adultos habrá comida al final de la tarde cuando traigan las cabras a su lugar de pernoctación y procreación porque los machos las acompañan toda la noche.
Más tarde sonará el gong para un almuerzo austero y en la noche volverá a sonar el gong para la comida que es muy generosa y no menos rica. En todas las comidas se conversa pausadamente pero poco a poco vamos conociéndonos y me siento muy contento de lo que está pasando acá.

Es posible que estemos en este lugar por una o dos semanas más, o de pronto más tiempo, pero puedo decir que hasta ahora he disfrutado mucho de mi trabajo, de las comidas que prepara Dalia, de la compañía de mi amada Esposa y de todo lo que rodea este mágico lugar. 

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