domingo, 27 de abril de 2014
Batalla en Santa Marta
Llevo menos de una semana en Santa Marta y ya me empiezo a
ubicar porque es chiquita en comparación con la monstruosa Capital. En estos
días he empezado a recorrerla como Dios manda; poco turismo y harta realidad
aunque, a decir verdad, estamos viviendo temporalmente en uno de los lugares
más lujosos de la ciudad gracias a la generosidad que también obró en Bogotá
donde también nos quedamos en un lugar maravilloso por dos semanas.
Estuve en la cancha de fútbol de Pescadito donde entiendo
que El Pibe dio sus primeras patadas a un balón pero ahora no se respira el
polvo de aquella época, por el contrario y pese a la sequía abrumadora que
azota esta zona, el lugar es limpio, organizado y la grama es sintética. Dicen
las lenguas que Valderrama se metió la mano al dril para darle este regalo a
los niños y jóvenes de su barrio natal.
Como parte de mi trabajo que tiene que ver con facilitar procesos
para generar igualdad y paz a través del deporte y las artes, asistí a la
celebración del Día del Niño en esta famosa cancha. No podía dejar de mirar la
pantalla led que a la espera del acto central presentó muchas veces al
Presidente Candidato anunciando a los gritos, su apoyo a los Juegos
Bolivarianos de Santa Marta 2017. También había una carpa que cubría una tarima
con sofás blancos y abullonados que, durante el discurso del Alcalde, fueron
ocupados por una docena de adultos mientras muchas niñas y muchos niños de
varios colegios de la Ciudad estaban en la grama.
En ese evento los Little Warriors Crew (LWC) hicieron una
pequeña muestra de su baile ante los pequeños que, dispersos y esperando el
inicio del evento, estaban en sus diversos cuentos pero cuando Hugo, Andrés y
Douglas empezaron a bailar se acercaron y los rodearon con toda su atención y
entusiasmo. Los Little Warriors son magnéticos: Haz clic acá para ver el sitio
de los LWC
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LWC robándose el show antes de las palabras del Alcalde |
Antes de ellos había sonado una banda infantil de música local que tocó La Piragua.
El sábado en la tarde se armó la grande con los Little Warriors. Estuve en varias batallas de B Boys (bailarines). Ellos mismos organizaron el evento con ocasión del Día del Niño para comprar regalos a los niños que están en un hospital de la ciudad.
En el receso de las batallas cantaron cinco M.C. que me siguieron enamorando del Hip Hop y de su evidente fuerza transformadora.
En mi Google + compartí tres videos de las batallas
martes, 1 de abril de 2014
La vuelta a Colombia
Luego de Cali, estuvimos en el eje cafetero y volvimos a Bogotá cruzando el Magdalena por Cambao. Lo que me causó volverlo a ver, al Río, fue inefable hasta el llanto.
La vuelta al Mundo sigue en Colombia y próximamente estaremos en Boyacá, en Santander y en la Costa Atlántica.
Vista al Valle de Barragán desde la Finca La Carmelita, Vereda La María de Pijao en Quindío. |
Con amigos rolos sobre el Río Cauca en La Virginia, Risaralda, luego de una maravillosa mojarra en el Restaurante La Pesebrera |
En el mirador del segundo piso del cementerio de Buenavista en Quindío. |
En la plaza de Calarcá en Quindío |
Paseo por el Corredor Polaco en la Catedral de Manizales |
En las montañas de Sopó en Cundinamarca |
Perdón Natalia
El
mes pasado, en Maui, en medio de cierto ritual solitario que aprendí de los
hawaianos, le pedí perdón con todo lo que tengo a las mujeres, a mi Mamá, a mi
Esposa, a mis hermanas, a mis amigas, a todas las mujeres y, sin saberlo, le
estaba pidiendo perdón a Natalia Ponce de León.
Cuando
me enteré de lo sucedido la semana pasada empecé a registrar las reacciones,
los chismes, las iniciativas solidarias y la rabia colectiva. También entendí
que la indignación y lo execrable de este crimen han causado deseos de
violencia contra los directamente responsables pero en vez de clamar castigos
medievales u ofender a los victimarios, empecé a preguntarme sobre mi
responsabilidad en este horroroso delito.
Inmediatamente
llegó una parte de mi Sistema que me decía que estaba loco, que yo no tenía
nada que ver con lo ocurrido y ello es cierto desde el punto de vista jurídico
pero los cerca de seiscientos casos de ataques con ácido contra mujeres, que se
han denunciado en Colombia en los últimos diez años son, desde mi punto de
vista, culpa de todas las colombianas y todos los colombianos. Yo soy uno de
ellos y pido perdón con toda la humildad que me sea concedida.
Y
para ir más lejos, la aborrecible violencia contra las mujeres en nuestra
sexagenaria guerra colombiana, las horrendas violaciones y atentados contra
mujeres en India, el trato cosificante que le dan los musulmanes a sus mujeres
y quien sabe cuantas más agresiones en contra de ellas al rededor del Mundo,
son causados por acciones, omisiones o tolerancias cómplices de toda la
humanidad y cada cual puede asumir su responsabilidad para, además de pedir
perdón, actuar y crear un mundo en el que las mujeres y los hombres podamos
vivir amorosamente en compañía de los animales, de las plantas, de las piedras
y de todo lo que nos rodea.
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